Tras múltiples publicaciones de resultados, y gracias a las investigaciones de Greenpeace, centros de jardinería como Intratuin, líder del mercado holandés han adoptado medidas y se han marcado objetivos para prohibir todos los pesticidas que resulten nocivos para las abejas.

Por desgracia, parece ser que los avances han sido más bien escasos; los últimos estudios revelan que el número de pesticidas tóxicos apenas se han reducido. Para atajar este problema tan importante en el sector de la horticultura, los gobiernos, y la UE más concretamente, deberían acabar con las lagunas de las limitaciones existentes sobre el imidacloprid, el tiamethxam y la clotianidina, prohibir su uso en invernaderos y aplicar políticas que garanticen que aquellos pesticidas clasificados como perniciosos no puedan ser empleados en ningún tipo de cultivo hortícola.

De esta forma no sólo se protegería a las abejas, sino también a los consumidores que adquieren productos en este tipo de centros, ya que, sin saberlo, son cómplices de la contaminación del medio ambiente con pesticidas y de poner en riesgo a las abejas al comprar flores y plantas para sus jardines y balcones.